12 mayo, 2025
Oaxaca MX
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Un camino de fe, silencio y devoción, el Viernes Santo en Oaxaca

 

Este Viernes Santo, Oaxaca amanece envuelta en un ambiente de recogimiento, fervor y profunda espiritualidad.

Desde las primeras luces del día, miles de habitantes y visitantes comienzan a movilizarse hacia templos, calles empedradas y explanadas comunales para participar en uno de los rituales religiosos más significativos del calendario litúrgico, los viacrucis vivientes y la Procesión del Silencio.

En diversos puntos de la zona metropolitana, comunidades enteras han preparado durante semanas —algunas incluso desde comienzos del año— la representación de la Pasión de Cristo, una tradición que cobra vida con especial intensidad en agencias, barrios y municipios conurbados como San Juan Chapultepec, Santa Cruz Xoxocotlán, Ánimas Trujano, Tlalixtac de Cabrera y Santa María Ixcotel.

También se suman poblaciones como Asunción Nochixtlán, Loma Bonita, Santiago Cacaloxtepec, la Villa de Zaachila y otras más que convierten la memoria del sacrificio en una experiencia comunitaria compartida.

La jornada inicia temprano. En Loma Bonita, por ejemplo, a las 7:00 de la mañana partirá el viacrucis interparroquial que unirá a la Parroquia de Nuestra Señora de Juquila con la del Sagrado Corazón de Jesús y culminará en la de Nuestra Señora de la Asunción. Un solo camino, tres templos, y cientos de corazones latiendo al unísono en la meditación del dolor y el amor de Jesús.

Mientras tanto, en la capital del estado, en la emblemática agencia de San Juan Chapultepec, se han realizado desde el Jueves Santo los preparativos, como el lavatorio de pies, la misa vespertina, y hoy, a las 12:00 horas, el viacrucis saldrá desde lo alto de «El Cerrito», bajando en procesión entre escenas conmovedoras que los propios vecinos escenifican con devoción.

En Tlalixtac de Cabrera, donde este año se conmemora la edición número 50 de su representación del viacrucis, la comunidad aguarda la llegada de miles de personas.

A las 8:30 horas comenzará el juicio de Jesús ante Poncio Pilatos, seguido por el viacrucis que recorrerá siete cuadras hasta la ermita donde se encuentra el Cristo Crucificado, el encuentro con la Virgen María a mediodía, y culminará con las siete palabras y el pésame a la Virgen por la tarde.

La penitenciaría central de Santa María Ixcotel es también cada año escenario de una representación singular, pues personas privadas de su libertad escenifican la Pasión de Cristo, recordando que el espíritu de redención y esperanza trasciende muros y sentencias.

En Ánimas Trujano, el Cerro de Los Mongolitos es de nuevo testigo de una de las representaciones más concurridas. Allí, como cada año a las 9:00 horas, los asistentes se colocarán a lo largo del cerro para presenciar con respeto y admiración cada estación del viacrucis.

Santa Cruz Xoxocotlán, por su parte, vivirá una jornada cargada de solemnidad y simbolismo. Desde las 10:00 de la mañana comenzarán las escenificaciones encabezadas por las hermandades del Santo Entierro de Cristo, de Jesús Nazareno y los Soldados Romanos. La imagen de Cristo y la Virgen María recorrerán las calles entre cánticos, llanto simbólico y plegarias de la comunidad. En la tarde se celebrará la crucifixión, la adoración de la cruz, el sermón de las siete palabras y el descendimiento.

Finalmente, por la noche, el pueblo entero acompañará a la Virgen en su soledad, dándole el pésame al pie de la cruz.

Pero el momento más sobrecogedor llegará con la caída del sol.

A las 18:00 horas se llevará a cabo la Procesión del Silencio en el Centro Histórico de Oaxaca de Juárez.

Esta ceremonia, cargada de misticismo, reúne a fieles y visitantes vestidos de riguroso negro.

En completo silencio, el cortejo parte del Templo de la Preciosa Sangre de Cristo y recorre calles emblemáticas como Macedonio Alcalá, Allende, García Vigil y Avenida Independencia, para retornar al punto de inicio.

Durante este recorrido, el murmullo desaparece, los pasos se ralentizan, y el eco de la fe se siente con fuerza entre muros coloniales y balcones floridos.

La ciudad se convierte en altar, en vía dolorosa y en testigo del duelo contenido que acompaña la muerte de Cristo. Esta procesión no es un espectáculo, es una plegaria en movimiento.

Así se vive el Viernes Santo en Oaxaca: con alma colectiva, con respeto a la tradición, y con un espíritu que no se extingue con el paso del tiempo.

Desde el primer rayo de sol hasta la última vela encendida en la noche, la fe se convierte en carne y memoria, en escenificación y verdad.

Una jornada para el alma, una marcha hacia el corazón de la esperanza.

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