Misael Sánchez
En un contexto de profunda reforma política y social en México, el activista Flavio Sosa Villavicencio, también coordinador del Gabinete Social de Oaxaca, emitió una misiva, una carta abierta dirigida a la Conferencia del Episcopado Mexicano, con un tono firme y crítico, que se posiciona como una respuesta directa al reciente pronunciamiento del clero sobre la reforma al poder judicial.
Esta reforma, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y ya aprobada por la Cámara de Diputados, se discute en el Senado y ha generado opiniones polarizadas en el país.
Sosa Villavicencio, conocido por su activismo en favor de los derechos humanos y su lucha contra la corrupción, no titubea al cuestionar el papel histórico de la Iglesia católica en México.
Desde su experiencia personal de haber sido encarcelado por oponerse a un régimen autoritario, el activista sostiene que la jerarquía eclesiástica ha sido cómplice de la defensa de los privilegios de una clase política y económica que ha abusado del pueblo mexicano por décadas.
“Ese es el ‘estado de derecho’ que hoy defienden la derecha y ustedes, desde el mirador dorado del Episcopado”, señala en un pasaje cargado de ironía y crítica social.
En su carta, Sosa no solo denuncia la postura actual de la Iglesia, sino que traza una línea de continuidad con el pasado.
El activista hace referencia a los siglos en que la Iglesia católica fue una fuerza inamovible que promovió el fanatismo, la obediencia ciega y la falta de igualdad.
Para él, la posición del Episcopado sobre la reforma judicial no es sino una muestra de su negativa a «ser aplanados por la historia».
La institución que durante siglos controló los aspectos más íntimos de la vida de las personas —nacer, educarse, casarse y morir—, según Sosa, sigue aferrada a sus antiguos privilegios.
La carta también plantea una profunda reflexión sobre la desconexión de la Iglesia con la realidad actual.
Sosa acusa a la Conferencia del Episcopado de estar cada vez más distante de las preocupaciones del pueblo, actuando más como una empresa que como una guía espiritual.
«Tienen más templos que fieles», critica, sugiriendo que la Iglesia católica ha perdido relevancia en la vida cotidiana de los mexicanos, mientras otras religiones ganan terreno.
Este señalamiento no es trivial: Sosa pone en evidencia la crisis de legitimidad que enfrenta la Iglesia en un mundo cada vez más secularizado.
Lo que distingue esta carta de otras críticas es su propuesta de autocrítica.
Sosa Villavicencio no se limita a señalar los errores del pasado y del presente, sino que invita a la Iglesia a reconsiderar su papel en el México contemporáneo.
En lugar de interferir en asuntos del Estado, el activista sugiere que la Iglesia podría contribuir de manera constructiva al proceso de transformación social que vive el país.
«Tienen la oportunidad de compartir el momento estelar de la vida política de México, respetando las decisiones del pueblo», subraya, en referencia a la Cuarta Transformación que lidera el actual gobierno.
El mensaje de Sosa refleja un sentir que resuena en amplios sectores de la sociedad mexicana: la necesidad de un Estado laico fuerte, donde la religión no interfiera en los asuntos públicos.
Al mismo tiempo, su carta pone en evidencia la tensión histórica entre la Iglesia católica y el Estado mexicano, una relación marcada por episodios de confrontación y dominación, pero también por intentos de reconciliación.
En estos tiempos de cambio, el desafío para la Iglesia será encontrar su lugar en una sociedad que ya no la ve como la única fuente de autoridad moral.
Al final, la carta de Flavio Sosa Villavicencio se circunscribe como un llamado claro a la separación de poderes y al respeto por la soberanía del pueblo mexicano.
En un tono que combina la indignación con la reflexión, el activista reta a la Iglesia a adaptarse a los nuevos tiempos, en lugar de seguir defendiendo un sistema de privilegios que, para muchos, ya no tiene cabida en la realidad contemporánea de México.
