Apuntes sobre el perfil, la ética, los riesgos y la resistencia de quienes ejercen el oficio en México, a partir de la encuesta nacional del estudio Worlds of Journalism.
—
En México, ser periodista no es una profesión: es una trinchera. Lo confirma la encuesta nacional aplicada a 486 periodistas como parte de la tercera ola del estudio internacional Worlds of Journalism, coordinado por Frida V. Rodelo, Mireya Márquez Ramírez, Grisel Salazar Rebolledo, Celia del Palacio Montiel, Martín Echeverría, Armando Gutiérrez Ortega, Karles Daniel Antonio Manzo, Julieta Brambila, Josefina Buxadé, Rubén Arnoldo González, Sallie Hughes y José Luis Lemini Camarillo.
El estudio, generosamente compartido por el periodista Rogelio Hernández (https://julioastillero.com/miradas-de-reportero-la-encuesta-mas-grande-entre-periodistas-de-mexico-encuentra-mas-degradacion-autor-rogelio-hernandez-lopez/) y publicado en Global Media Journal México, no se anda con rodeos: el periodismo mexicano es sofisticado en valores, pero precarizado en condiciones. Ético en sus convicciones, pero asediado por la violencia. Profesional en su formación, pero abandonado por el Estado. Y, sin embargo, sigue de pie.
La encuesta revela un gremio con formación sólida: 76% tiene licenciatura, 17% posgrado, y 85% formación específica en periodismo. La edad promedio ronda los 41 años. No son jóvenes idealistas ni viejos cínicos: son profesionales que trabajan más de 49 horas semanales, muchos con otro empleo para sobrevivir. El 24.9% gana menos de $9,000 mensuales. Solo el 66% tiene seguridad social. El resto, como siempre, se juega la vida sin red.
El 93% defiende estándares éticos profesionales. No aceptan dinero por publicar, no difunden sin verificar. Pero sí justifican grabaciones ocultas (66%) y uso de documentos confidenciales (55%) cuando el interés público lo exige. La ética aquí no es una doctrina: es una herramienta de supervivencia.
Aunque el 76% dice tener libertad para elegir temas, solo el 16% cree que los medios son realmente libres en México. La autonomía es una palabra grande en un país donde el silencio se compra barato y la censura se disfraza de pauta publicitaria. La encuesta lo confirma: el periodista mexicano navega entre presiones editoriales, amenazas políticas y autocensura estratégica.
El periodismo mexicano no se limita a informar. El 96.5% busca visibilizar problemas sociales. El 95.7% combate la desinformación. El 87% vigila al poder. Solo el 5.8% cree que debe transmitir una imagen favorable de políticos. No son voceros: son centinelas. Y eso, en México, se paga caro.
Aquí no hay metáforas. El 100% de los encuestados ha sufrido al menos una agresión. El 47.6% recibió amenazas. El 38% fue hackeado. El 14% recibió apoyo institucional. El 80% fue respaldado por colegas. La solidaridad entre pares es el último bastión. El Estado, cuando aparece, llega tarde y mal.
La COVID-19 no solo alteró rutinas. El 89% modificó su cobertura por riesgo de contagio. El 42% cambió de régimen laboral. El 34% rechazó coberturas por seguridad. Solo el 7.9% trabajó desde casa. La pandemia fue un catalizador de precariedad, no una pausa. El periodismo siguió, como siempre, sin garantías.
El 71% cree que la interpretación es clave para entender los hechos. El 63% considera posible reportar objetivamente. El 40% reconoce que la subjetividad es inevitable. No hay dogmas: hay conciencia. El periodista mexicano sabe que la verdad no siempre cabe en una nota, pero que el compromiso con ella es innegociable.
El 89% verifica más rigurosamente. El 56% establece redes de seguridad. El 41% oculta su identidad. Solo el 14% solicita protección oficial. La protección no viene del Estado: viene del ingenio, del miedo bien administrado, de la experiencia acumulada en coberturas que no salen en los medios.
El estudio, parte del consorcio internacional Worlds of Journalism Study Association, se aplicó en México con adaptaciones específicas: diseño de un directorio nacional de medios, segmentación regional, cuestionario traducido y validado, y protocolos de anonimato para proteger a los encuestados. La investigación no solo mide: protege, documenta, denuncia.
El periodismo mexicano, según esta encuesta, es un oficio ejercido con dignidad en condiciones indignas. Es una práctica ética en un entorno corrupto. Es una profesión que no se rinde, aunque todo parezca diseñado para que lo haga.
Los datos están ahí. Las voces también. Lo que falta es que se escuche. Que se lea en voz alta. Que se entienda que el periodismo no es un lujo democrático: es una necesidad vital. Y que, en México, ejercerlo es un acto de resistencia.
—
Periodistas en México: encuesta de sus perfiles demográficos, laborales y profesionales. Global Media Journal México, 20(39), 110–159. DOI: https://doi.org/10.29105/gmjmx20.39-512
—
Redacción de Misael Sánchez / Reportero de Agencia Oaxaca Mx
