Misael Sánchez
La lucha por la autosuficiencia alimentaria en Oaxaca ha dado pasos sólidos para asegurar la producción local de maíz y mejorar la calidad de vida de las comunidades más marginadas. En los últimos dos años, en Oaxaca se han implementado dos programas clave: el programa de abasto seguro de maíz y el programa de autosuficiencia alimentaria, ambos enfocados en áreas rurales con alta y muy alta marginación.
Estos programas han tenido como prioridad la regionalización de la producción y el acompañamiento técnico especializado, una estrategia que ha permitido conectar a los agricultores con la tecnología agrícola sin perder de vista las tradiciones locales.
Una de las iniciativas más relevantes es la contratación de jóvenes técnicos que, en muchos casos, provienen de las mismas comunidades donde se trabaja y, además, hablan las lenguas indígenas, lo que facilita el proceso de transferencia de conocimiento y mejora los resultados. Actualmente, el programa de abasto seguro cuenta con 118 técnicos, mientras que el de autosuficiencia dispone de 177, distribuidos a lo largo de las ocho regiones del estado.
El programa de abasto seguro de maíz busca reducir la dependencia del estado de importaciones provenientes de otras regiones del país, como Sinaloa, Jalisco y Guanajuato. Oaxaca, con un déficit anual de 150 mil toneladas de maíz, ha enfocado sus esfuerzos en mejorar los rendimientos productivos locales. El objetivo es que las 25 mil hectáreas destinadas a este programa alcancen una producción de seis toneladas por hectárea, lo que, en conjunto, cubriría las necesidades del estado.
Durante el último año, los avances han sido notables. Los rendimientos han incrementado en un 30%, pasando de 3.5 a 5.1 toneladas por hectárea. Aunque aún lejos de las cifras alcanzadas por estados más productivos del norte del país, donde los rendimientos superan las 12 toneladas, estos logros representan un avance significativo para Oaxaca. Los agricultores de valles como la Mixteca, la Costa y Tuxtepec ya han reportado producciones que oscilan entre las 8 y 12 toneladas, lo que demuestra el potencial agrícola oaxaqueño.
El éxito de este programa no solo radica en el uso de semillas mejoradas y fertilizantes orgánicos, sino también en la implementación de prácticas sostenibles. El gobierno ha apostado por el uso de biofertilizantes y el control biológico de plagas, descartando el uso de herbicidas tóxicos prohibidos, en un esfuerzo por proteger el medio ambiente y garantizar la salud de los consumidores.
El programa de autosuficiencia alimentaria tiene como objetivo garantizar que las familias oaxaqueñas, especialmente en las zonas más marginadas, puedan producir los alimentos que necesitan para subsistir. Con una meta de 1.5 toneladas de maíz y frijol por familia, este programa ha impactado directamente en la seguridad alimentaria de 25 mil familias. Además de los insumos agroecológicos y las semillas nativas que se proporcionan a los agricultores, el gobierno ha fomentado la diversificación de la producción, entregando paquetes de gallinas para asegurar una fuente de carne y huevos, dirigidos principalmente a mujeres rurales.
Un componente innovador de este programa es la creación de bancos comunitarios de semillas, que conservan la rica biodiversidad agrícola de Oaxaca. En la actualidad, se han establecido 50 bancos, que permiten la preservación de especies nativas como el maíz, el frijol, la calabaza y los chiles, fundamentales en la dieta local.
El impacto del programa también se ha extendido a la educación rural con la creación de 671 huertos escolares pedagógicos, en colaboración con el DIF. Estos espacios no solo proporcionan alimentos frescos para las comunidades escolares, sino que también educan a las nuevas generaciones en prácticas agrícolas sostenibles, impulsando la transición agroecológica en el estado.
Los resultados obtenidos por estos programas han sido posibles gracias a una serie de convenios con instituciones nacionales e internacionales. Alianzas con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) han sido fundamentales para mejorar las prácticas agrícolas en Oaxaca.
Estos esfuerzos son solo el comienzo de un proceso que busca transformar la seguridad alimentaria en Oaxaca, haciendo frente a los desafíos de la pobreza rural y la dependencia alimentaria.
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