MISAEL SÁNCHEZ
En el contexto de la transformación urbana de Oaxaca, un grupo de ciudadanos recién bloqueó vías principales en protesta contra las obras de rehabilitación del Monumento a la Madre, afectando a miles de personas.
La Secretaría de Gobierno, aborda la tensión entre el derecho a la protesta y la necesidad de espacios públicos funcionales.
Y es que, el reciente bloqueo en las inmediaciones del Monumento a la Madre en Oaxaca vuelve a poner sobre la mesa el complejo debate sobre el ejercicio del derecho a la protesta y su impacto en la vida cotidiana de la ciudadanía.
Con tan solo veinte personas, la movilización provocó caos vial durante casi siete horas, afectando a cerca de cincuenta mil personas en un día pico de tránsito.
El secretario de Gobierno, Jesús Romero, lamentó las consecuencias de estas acciones, pero fue enfático en señalar que el derecho a manifestarse no debe implicar el perjuicio masivo de la población.
El proyecto de rehabilitación del Monumento a la Madre forma parte de un esfuerzo más amplio por revitalizar espacios públicos clave en Oaxaca, muchos de los cuales han estado en condiciones de abandono por décadas.
Romero describió el monumento como un «espacio inutilizado», señalando que su rehabilitación no solo mejorará la conectividad entre colonias y el espacio cultural circundante, sino que también será un paso hacia la recuperación de espacios emblemáticos para el disfrute de las familias oaxaqueñas.
El bloqueo fue motivado por la oposición a las obras, pese a que, según Romero, ya se había establecido un canal de diálogo con los vecinos.
Sin embargo, algunos manifestantes recurrieron al cierre de calles, lo que llevó a la intervención de la fuerza pública bajo un protocolo de respeto a los derechos humanos, sin represión.
El funcionario enfatizó la necesidad de redefinir la visión pública sobre estos espacios: «¿Qué están defendiendo los opositores? Un monumento vandalizado, sucio y sin mantenimiento», cuestionó.
La propuesta del gobierno es dignificar la escultura y el área circundante, trasladando la obra a un espacio más adecuado para su preservación y visibilidad.
Más allá del caso puntual del Monumento a la Madre, Romero subrayó un patrón recurrente en Oaxaca: el uso del bloqueo como mecanismo de presión, una práctica que, en su opinión, ha perdido justificación en un contexto donde el gobierno ofrece atención constante a las demandas ciudadanas.
«Este gobierno siempre está dispuesto a escuchar, pero no a tolerar abusos del derecho a la protesta», concluyó.
El mensaje es claro: Oaxaca enfrenta una etapa de transformación urbana y social, y en ese proceso, el equilibrio entre el ejercicio de los derechos y el respeto a la colectividad será fundamental para avanzar en la construcción de una ciudad más accesible, inclusiva y funcional.
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