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23 mayo, 2025
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Racismo y salud mental en jóvenes indígenas de Oaxaca

 

 

 

El racismo sigue siendo un factor determinante en la salud mental de los jóvenes indígenas que residen en la Zona Metropolitana de Oaxaca.

A pesar de los avances en derechos humanos y políticas de inclusión, la discriminación persiste en múltiples niveles, afectando la identidad, el bienestar emocional y el acceso a servicios de salud mental.

Un estudio reciente realizado por María Alejandra Sánchez Bandala y Paola María Sesia analiza las trayectorias de atención a trastornos mentales en esta población, revelando cómo los racismos interpersonales, institucionales y epistémicos agravan la vulnerabilidad de los jóvenes indígenas.

Uno de los hallazgos clave del estudio es la tensión identitaria que enfrentan los jóvenes indígenas al migrar a entornos urbanos.

En sus comunidades de origen, la juventud es una categoría emergente, influenciada por la escolarización y el acceso a tecnologías de comunicación.

Sin embargo, al trasladarse a la ciudad, deben adaptarse a una concepción occidental de juventud que, en muchos casos, entra en conflicto con las expectativas familiares y comunitarias.

Además, los jóvenes entrevistados expresaron una preferencia por identificarse con el nombre de su etnia o región en lugar de la categoría genérica de «indígena», debido a las experiencias de discriminación que han vivido en espacios urbanos. La burla y el desprecio hacia su identidad han generado sufrimiento emocional, afectando su autoestima y percepción de pertenencia.

El estudio también evidencia cómo las violencias estructurales en las comunidades indígenas contribuyen al desarrollo de trastornos mentales. La violencia intrafamiliar, el alcoholismo y el acoso escolar fueron identificados como factores que han generado depresión, ansiedad y consumo problemático de sustancias en los jóvenes entrevistados.

Asimismo, la impunidad ante la violencia sexual dentro de las familias, motivada por la preservación de los lazos comunitarios, ha sido un elemento que profundiza el sufrimiento emocional de las víctimas. La falta de mecanismos de denuncia y apoyo psicológico agrava la situación, dejando a los jóvenes en un estado de desprotección y vulnerabilidad.

A pesar de la creciente necesidad de atención psicológica y psiquiátrica, los jóvenes indígenas enfrentan barreras significativas para acceder a servicios de salud mental. Oaxaca cuenta con un único hospital psiquiátrico y un número reducido de unidades especializadas en adicciones y salud mental, lo que limita la cobertura y disponibilidad de atención.

Además, los modelos biomédicos predominantes en los servicios de salud tienden a desconocer los síndromes de filiación cultural, traduciendo los malestares indígenas a categorías occidentales sin considerar sus significados comunitarios. Esto genera una brecha en la atención, donde los jóvenes no encuentran espacios que validen sus experiencias y cosmovisiones.

El estudio de Sánchez Bandala y Sesia subraya la necesidad de desarticular los racismos institucionales y epistémicos para mejorar la salud mental de los jóvenes indígenas en Oaxaca. La implementación de un enfoque intercultural en los servicios de salud mental es clave para garantizar una atención adecuada, que reconozca la diversidad de concepciones sobre el bienestar y la enfermedad.

Asimismo, es fundamental fortalecer las políticas de prevención y acceso a servicios psicológicos, promoviendo espacios seguros donde los jóvenes puedan expresar sus experiencias sin temor a la discriminación. La salud mental no puede seguir siendo un privilegio exclusivo de ciertos sectores; debe ser un derecho garantizado para todos, especialmente para quienes han sido históricamente marginados.

 

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