Misael Sánchez
El mezcal, esa bebida mística que captura en cada gota el alma de Oaxaca, ha encontrado en la familia Chagoya un crisol de tradición, amor y visión que trasciende lo terrenal.
La reciente presentación del libro «Historia del Mezcal Tradición Chagoya» en Oaxaca, encabezada por Porfirio Chagoya y Raymundo Chagoya, fedatario y presidente municipal electo de Oaxaca de Juárez, no solo celebra su historia, sino que se erige como un testimonio de la relación íntima entre esta bebida ancestral y quienes la han custodiado a lo largo del tiempo.
Un linaje entre magueyes y tradición
Desde 1897, cuando el bisabuelo de la familia Chagoya, inició la tradición de destilar mezcal en la región de Tlacolula de Matamoros, este oficio se consolidó como un puente entre generaciones.
Los Chagoya no solo producían mezcal; compartían con su comunidad un producto que se convirtió en símbolo de unión en bodas, fiestas patronales y eventos trascendentales.
Con un enfoque en la excelencia artesanal, la familia ha transitado un camino de aprendizaje, innovación y respeto por las raíces.
Este trayecto fue liderado por figuras clave como Ernesto Chagoya, quien expandió los horizontes del cultivo de maguey, y Porfirio Raymundo Chagoya Méndez, ingeniero y visionario que en 1978 llevó su conocimiento técnico al Instituto Tecnológico de Oaxaca y a otras instituciones de renombre.
Su experiencia laboral, que incluyó la colaboración con destilerías en Tequila, Jalisco, fue clave para la posterior regulación de la calidad del mezcal en México.
El mezcal como símbolo de resiliencia
El libro presentado, fruto de cuatro años de investigación y trabajo colectivo, captura el espíritu de una familia que ha sabido adaptarse a los retos del tiempo sin perder su esencia.
Surgido durante la pandemia, el proyecto tomó forma gracias a la colaboración de expertos como Fernando Lobo, amigos y miembros de la familia que aportaron sus memorias, anécdotas y conocimientos.
La obra destaca el desarrollo de una empresa familiar que no solo produce mezcal, sino que mantiene viva la tradición.
Desde el cultivo de más de 120,000 plantas de maguey en Tlacolula hasta el expendio que se ha convertido en un punto de encuentro en Oaxaca, la familia Chagoya transmite un mensaje claro: la calidad no es negociable, y el mezcal es más que una bebida; es cultura, historia y espiritualidad.
El papel del mezcal en la identidad oaxaqueña
El mezcal de la familia Chagoya no es un producto de moda; es un legado que conecta generaciones.
Cada botella encapsula el amor por la tierra, el conocimiento transmitido de abuelos a nietos y la dedicación a un oficio que demanda paciencia y precisión.
Es, como ellos mismos lo describen, una experiencia sensorial que anticipa su gozo desde el primer vistazo.
La familia Chagoya ha sido también pionera en iniciativas clave para la promoción del mezcal.
En 1997, en conjunto con el Gobierno del Estado de Oaxaca y productores locales, impulsaron la primera feria del mezcal, que hoy es un evento de relevancia internacional.
Su contribución al desarrollo socioeconómico de la región es innegable, y su historia es un reflejo de cómo las tradiciones pueden transformarse en motores de progreso.
Una obra para el futuro
El libro de los Chagoya no es solo un compendio de datos históricos y fotografías; es un viaje al corazón de una familia cuya vida gira en torno al mezcal.
En cada capítulo, se puede sentir la conexión entre el pasado y el presente, entre los campos de maguey y las mesas de todo el mundo donde hoy se disfruta esta bebida oaxaqueña.
La obra destaca, además, la importancia de preservar el carácter auténtico del mezcal frente a la comercialización masiva.
Para la familia Chagoya, cada botella es una carta de presentación que lleva consigo el compromiso de representar a Oaxaca y su riqueza cultural con dignidad y orgullo.
El legado continúa
Al cierre de la presentación, las palabras del ingeniero Porfirio Raymundo Chagoya Méndez resonaron como un eco de gratitud y esperanza: “El mezcal no es solo nuestro trabajo; es nuestra vida, nuestra historia, y ahora, también suya. Al levantar nuestras copas, celebramos no solo una bebida, sino el camino recorrido juntos.”
Este libro no solo es un homenaje al pasado, sino un faro para el futuro.
En él se entrelazan el amor por la tierra, la innovación constante y el deseo de compartir con el mundo la esencia de Oaxaca.
Con cada página, la familia Chagoya reafirma su compromiso de ser guardianes de una tradición que, como el mezcal, mejora con el tiempo.