A partir de este 1 de diciembre de 2016, tras experimentar seis años con un gobierno de alternancia, independientemente de cómo juzgará la historia a sus beneficiarios, los oaxaqueños tendrán la oportunidad de exigir atención real a sus demandas a una clase política en cierta forma renovada, por el cambio generacional.
A diferencia del inicio otros sexenios, en esta ocasión el modelo de país demanda un cambio de paradigma que permita a la sociedad, como tercer sector, después del gobierno y el sector privado, ser beneficiaria del relevo institucional.
Y en Oaxaca, con una clase política renovada y proyectos importantes de generación de empleos y reactivación económica, como la Zona Económica Especial del Istmo de Tehuantepec, a partir del 2018, sin duda consolidarán esa premisa.
Ahora que las asimetrías y desigualdades se profundizaron en Oaxaca, con más de dos millones de oaxaqueños en algún nivel de pobreza, es cuando el gobernador electo, Alejandro Murat Hinojosa, debe ponderar los indicadores y tomar decisiones que favorezcan la atención de quienes menos tienen.
El sentido común en la toma de decisiones, así como la referencia obligada de todos los indicadores de bienestar, permitirá al nuevo gobierno generar una transformación verdadera en la sociedad oaxaqueña.
La clase política ya no puede darse el lujo de repetir todos los vicios y errores de sus antecesores, es tiempo de actuar con honestidad, con transparencia y con espíritu de servicio a favor del desarrollo de la comunidad.