+ La Plaza San Fernando de Guanajuato se convierte en epicentro de la cultura oaxaqueña en el Festival Internacional Cervantino
Misael Sánchez
El corazón de Guanajuato vibró al ritmo de Oaxaca durante el Festival Internacional Cervantino 2024, cuando la Orquesta Primavera de Oaxaca, en colaboración con tres de los intérpretes más emblemáticos de la Guelaguetza, transformó la histórica Plaza San Fernando en un auténtico altar de tradición, música y orgullo cultural.
Con un cielo nocturno como lienzo y los ecos de la diversidad mexicana como telón de fondo, Rodrigo Petate, Paola Hersan y Jacinta Fuentes regalaron una noche de resonancias inolvidables, simbolizando la sinergia entre las raíces indígenas y el arte contemporáneo.
La invitación de Oaxaca como estado protagonista en esta edición del Cervantino dejó claro que su herencia cultural sigue siendo un baluarte que trasciende fronteras.
Esta vez, fue la Orquesta Primavera, conocida por su versatilidad y capacidad de amalgamar géneros musicales tradicionales y contemporáneos, la encargada de orquestar una experiencia sonora que transportó al público a la esencia misma de la Guelaguetza, esa fiesta que es mucho más que baile y folklore: es identidad, resistencia y celebración de la vida.
Rodrigo Petate, con su voz profunda y resonante, abrió la noche con interpretaciones de las canciones más conocidas de Oaxaca que estremecieron a la audiencia.
Su tono, tan arraigado a la tierra oaxaqueña, evocó una nostalgia colectiva, un viaje al Istmo de Tehuantepec, a la Costa y a la Mixteca que parecía posible desde el centro de Guanajuato.
La interpretación de Dios Nunca Muere, himno no oficial de Oaxaca, fue el clímax de la noche, un canto colectivo que hizo latir al unísono los corazones de quienes entienden el poder de la música para unir, para sanar y para recordar.
A su lado, Paola Hersan, quien ha cautivado a la audiencia internacional con su versatilidad vocal, ofreció una versión majestuosa de La Llorona, donde la melancolía y la belleza se entrelazaron en cada acorde de la orquesta, dejando a los espectadores sin aliento.
La mágica fusión de la banda sinfónica y la riqueza lírica de Hersan convirtió la interpretación en un momento casi sacro.
Pero fue Jacinta Fuentes quien, con su energía desbordante y voz clara, trajo la esencia del valle de Oaxaca al Cervantino.
La joven cantante, que se ha destacado en las últimas ediciones de la Guelaguetza, se ha consolidado como una de las figuras más representativas de la nueva generación de voces oaxaqueñas que honran lo ancestral mientras miran hacia el futuro.
La Plaza San Fernando, colmada de asistentes, se convirtió en un espacio de comunión, donde las notas de la Orquesta Primavera y las voces de estos tres intérpretes fundieron tiempos y geografías. Los músicos, dirigidos con precisión y pasión, lograron equilibrar lo sinfónico con los ritmos tradicionales de la región, creando un paisaje sonoro que transpiraba identidad y creatividad.
El público, conformado por locales, turistas y entusiastas de la cultura, se dejó llevar por las atmósferas musicales que desbordaron de colores y emociones cada rincón de la plaza.
El Cervantino 2024 no solo abrió un espacio para que Oaxaca mostrara la riqueza de su folclor, sino que también ofreció un escaparate para la innovación y la fusión artística.
La participación de estos tres grandes intérpretes de la Guelaguetza, unidos bajo la batuta de la Orquesta Primavera, simboliza el entrelazamiento entre lo ancestral y lo moderno, un diálogo musical que celebra la diversidad y la capacidad de transformación de la cultura oaxaqueña.
La mezcla de instrumentos tradicionales, como el jarabe mixteco, con la majestuosidad de una orquesta sinfónica, demostró que las tradiciones de Oaxaca pueden evolucionar sin perder su esencia.
El concierto también sirvió como recordatorio de que la música oaxaqueña es un lenguaje universal. Sus ritmos, sus melodías y su lirismo conectan con lo profundo del ser humano, creando un puente entre culturas, épocas y territorios.
Oaxaca, a través de este evento, reafirmó su lugar como epicentro cultural de México y como un referente de identidad y diversidad en el escenario internacional.
Así, la noche en la Plaza San Fernando se convirtió en un espacio donde el alma de Oaxaca se hizo tangible, vibrante, indomable.
Y aunque las luces del escenario eventualmente se apagaron, el eco de la Orquesta Primavera y las voces de Petate, Hersan y Fuentes permanecerán resonando en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de ser testigos de esta mágica fusión.
El Cervantino 2024, con la destacada participación de Oaxaca, se consolidó una vez más como el festival donde las tradiciones se renuevan, donde las culturas dialogan y donde el arte florece en su máxima expresión.