MISAEL SÁNCHEZ
Un acuerdo entre mezcaleros y legisladores locales, el pasado mes de diciembre, antes de aprobarse la Ley de Ingresos de Oaxaca del 2023, señala en su artículo 32 que «se otorgará estímulo fiscal del 100 por ciento a las personas físicas, morales o unidades económicas sujetas al impuesto a la Venta Final de Bebidas con Contenido Alcohólico, que enajenen mezcal artesanal y ancestral según la clasificación de categorías contenidas en la Norma Oficial Mexicana NOM-070-SCFI-2016, durante el ejercicio fiscal 2023. La aplicación del presente estímulo se sujetará a las disposiciones que se establezcan en las Reglas de Carácter General».
El estímulo fiscal del 100% lo alcanzaron los mezcaleros formales que cumplen con las reglas de la Denominación de Origen Mezcal.
Excelente, hasta allí.
Ahora donde hay preocupación es en el sector “informal” de la industria del mezcal.
Y ni tan informal, pues únicamente le dieron la vuelta a la denominación de origen y aprovecharon a ventaja de comercializar la misma bebida, pero con otros nombres, entre ellos el de «destilado de agave».
Hay razones –que no viene al caso explicar— para que los contribuyentes aprovechen las ventajas que la misma ley le ofrece para crear mecanismos de elusión fiscal.
Incluso se puede encontrar publicidad en todos lados, principalmente en Estados Unidos, donde se hace hasta apología de los «destilados de agave».
Los enterados dicen que, de esta manera, un gran número de mezcaleros eludieron el pago de derechos y hasta impuestos, incluso en la exportación de su producción de la bebida de agave.
Y es que, a estas alturas, para cualquier turista, nacional o extranjero, la sola palabra agave, lleva implícita la marca mezcal y es allí donde surgió la inconformidad del sector formal de los mezcaleros.
La propuesta de ampliar la recaudación y la base de contribuyentes en un sector que supo encontrar un nuevo nicho de mercado y, también, como aumentar sus ingresos, sin pasar por la certificación, es oportuna.
Sin embargo, hace falta una campaña de socialización de la propuesta y de concientización en el sector, para que productores y comercializadores, cumplan con las leyes fiscales.
Por el momento la primera impresión es de desaliento e incluso de riesgo para las inversiones, principalmente de ciudadanos extranjeros que ven en el mezcal, como destilado de agave, una forma no de obtener más ingresos, sino de mejorar su imagen.
Allí está el detonador del crecimiento de la economía, porque en la medida en que productores y comercializadores, así como la ciudadanía en general, sepan que sus impuestos se traducen en acciones de gobierno y servicios públicos, con mayor facilidad van a cumplir con sus obligaciones tributarias.
Otro día hablaremos de los impuestos que son lesivos para la economía de las empresas y de los problemas que generan, cuando menos en las zonas metropolitanas, la falta de solución al problema de la basura, los semáforos inservibles, la inseguridad y el desabasto de agua entubada, entre otros.
Por último, no hay que olvidar que la producción local de mezcal, con todo y los agaves traídos de otras entidades, forma parte también del sector turístico y es allí, precisamente, donde hace falta que, no las instituciones, sino los interesados en el sector fortalezcan una campaña de beneficio para Oaxaca y sus actividades que son una alternativa real para reactivar la economía.
