Misael Sánchez
En apenas cien días, el gobierno de Nancy Benítez Zárate en Santa Cruz Xoxocotlán ha dejado claro que la política municipal ya no puede concebirse como administración pasiva o mera continuidad de inercias.
Frente a un municipio devastado, con deudas millonarias, infraestructura colapsada y servicios públicos abandonados, la presidenta no optó por la queja y eligió el camino de la acción, la reconstrucción y la esperanza.
La historia reciente de Xoxocotlán es también una lección sobre el desafío de gobernar después del desastre.
La presidenta recibió un municipio con cerca de 90 millones de pesos en deudas, más de tres mil toneladas de basura acumuladas y casas de salud inservibles.
Cada dato que ofreció en su primer informe público fue un retrato del abandono institucional: calles devastadas, servicios colapsados, corrupción tolerada.
A ese escenario crítico, Benítez Zárate respondió con hechos, no con promesas.
Su mensaje no fue retórico y presentó una batería de resultados concretos que, a todas luces, buscan sentar las bases de una transformación profunda.
Desde la rehabilitación de servicios básicos —como luminarias y agua potable—, hasta la limpieza total del basurero de «Las Mariposas» y la reactivación de las casas de salud con medicamentos, personal médico y equipamiento digno, las acciones no dejan dudas: en Xoxocotlán, la reconstrucción está en marcha.
Pero el proyecto de Nancy Benítez no se limita a lo visible.
Más allá de la infraestructura, su discurso y sus acciones revelan un cambio de paradigma, gobernar cerca de la gente, escuchar de manera directa, construir ciudadanía activa.
La estrategia de jornadas «Cayapadu Lii», en coordinación con el Gobierno del Estado, que ha llevado programas sociales a más de 21 mil viviendas, ilustra este modelo de proximidad.
La instalación de arcos de seguridad y la dotación de equipamiento moderno a las policías municipales hablan también de una visión de seguridad pública basada en la prevención, la confianza y la colaboración comunitaria, no solo en el despliegue reactivo de patrullas.
En un municipio históricamente golpeado por la desigualdad y el olvido institucional, Benítez ha apostado por restaurar el tejido social a través de la cultura, la identidad y la participación ciudadana.
Prueba de ello es la revitalización de los «Martes de Brujas», declarados ahora Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado, así como el impulso a programas de microcréditos para mujeres y la organización de la primera Feria del Empleo Municipal, con una derrama de más de 10 millones de pesos.
El caso de Xoxocotlán es también un espejo de los dilemas que enfrentan los gobiernos locales en México. ¿Cómo administrar municipios asfixiados financieramente?, ¿cómo recuperar la confianza de una ciudadanía decepcionada por años de abandono y corrupción?
La presidenta municipal no rehuyó el diagnóstico ni maquilló cifras. Desde su primer día en funciones, habló de la deuda heredada, de los problemas estructurales, de los retos inmediatos.
Esa honestidad inicial, acompañada de acciones concretas, parece haberle valido un capital político importante. Al rendir su informe, no solo exhibió obras y programas. Anunció que ha cumplido el 95% de sus compromisos de campaña en apenas tres meses.
En su visión de gobierno, la honestidad, la eficiencia y el trabajo de territorio no son adjetivos, sino principios rectores. La administración de Benítez ha sido también pionera en innovación institucional, pues implementó en su portal web la plataforma Integra 2, para garantizar el acceso inclusivo a la información pública; creó la primera Procuraduría Municipal de Defensa de Personas con Discapacidad en México; y constituyó un Cabildo Infantil como mecanismo de formación cívica.
El acto simbólico más importante de estos primeros 100 días fue, sin duda, la elevación de Santa Cruz Xoxocotlán al rango de ciudad, avalado de manera unánime por el Congreso local.
Para una comunidad marcada por profundas brechas de desigualdad, este cambio de estatus no es solo un tema jurídico-administrativo: es el reconocimiento de su historia, de su identidad y de su potencial de futuro.
Este logro, subrayó Benítez, no habría sido posible sin el acompañamiento del gobernador Salomón Jara Cruz, a quien agradeció por donaciones históricas como la del terreno para construir un Centro de Salud con Servicios Ampliados, además de múltiples obras de infraestructura que fortalecen la gobernabilidad municipal.
En tiempos donde la política suele naufragar en la promesa vacía o en la confrontación estéril, el gobierno de Nancy Benítez apuesta por resultados verificables, trabajo de base y transformación institucional.
No obstante, los desafíos persisten. Gobernar después del colapso es también enfrentar la tentación de la complacencia o el desgaste de las inercias burocráticas.
Si algo dejó claro la presidenta en su informe, es que los primeros 100 días son apenas el punto de partida.
La transformación de Santa Cruz Xoxocotlán requerirá constancia, planeación de largo plazo, políticas públicas que superen el asistencialismo y, sobre todo, una ciudadanía organizada que no solo acompañe los cambios, sino que los defienda y los exija.
En palabras de la propia Nancy Benítez, citando a Cervantes: «Ladran, Sancho, señal de que vamos avanzando«.
En Santa Cruz Xoxocotlán, el cambio dejó de ser un anhelo, hoy es una construcción diaria, encabezada por una presidenta que entendió que gobernar es, ante todo, un acto de voluntad política y de amor por su tierra.