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7 octubre, 2024
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OpiniónPrincipales

Mala negociación

Al observar los encuentros y el contexto, entre la Secretaría de Gobernación y la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), para resolver el conflicto que se ha llamado magisterial, detectamos una serie de acciones que en nada benefician al gobierno de la República y si a la CNTE.

Estas acciones y decisiones conducen al gobierno en una situación de vulnerabilidad y en condiciones de desventaja para llegar a acuerdos con la disidencia magisterial en beneficio de la sociedad o lo que el gobierno cree que es para beneficio de los mexicanos.

Es indudable que la más necesitada para establecer mecanismos de negociación con el gobierno de la República era la CNTE. Desde el 2015 el gobierno federal había decidido que lo establecido en la Constitución en materia de educación  y de su reglamentación no eran motivo de revisión,  por ello, se había negado a establecer cualquier mesa de diálogo o de negociación, que la Reforma Educativa tenía la legitimidad  y la legalidad indispensable.

Teniendo el aval de los partidos políticos, del sindicato nacional de los maestros, de la mayoría de los congresos estatales y de la opinión favorable de la sociedad, era una mala decisión sentarse a negociar algo que no era negociable. Sólo era posible una negociación en condiciones de contingencia y de peligro de gobernabilidad del país.

La CNTE insistió sobre la necesidad del establecimiento de la mesa del diálogo, sin embargo, el gobierno parecía inflexible hasta lo sucedido en Nochixtlán Oaxaca el 19 de junio. A este hecho el gobierno lo entendió como un acontecimiento que podía desatar una crisis de dimensión nacional, prontamente y sin un análisis serio, acepta el establecimiento de tal mesa de negociación.

La pregunta es si el hecho en el  pueblo mixteco fue suficiente para aceptar una renegociación de la Reforma Educativa, si implicaba el inicio de una escalada de apoyos y de movilizaciones de carácter nacional, para mi gusto no.

Renegociar la Reforma, pues en los hechos lo ha sido, a partir de los lamentables acontecimientos de Nochixtlán, es un precio muy alto que se impuso el gobierno federal. Nochixtlán se merecía una mesa de diálogo en exclusiva, a nivel del gobierno oaxaqueño, en primera instancia, y sólo para hacer justicia a las víctimas y castigar a los culpables con eficacia, pero no para renegociar la Reforma Educativa, claro, en la lógica gubernamental de otorgarle una dimensión histórica a la misma. La mesa de Nochixtlán a la postre se estableció y de tal forma que difícilmente el gobierno satisfacerá a los familiares de las víctimas, otro Ayotzinapa a la vista.

El gobierno federal y el gobierno oaxaqueño cometieron un error fundamental de inicio: dejar crecer a su adversario. Llevar a nivel nacional la lucha de la Sección XXII, abrirla a Chiapas, Guerrero, Michoacán y a la Ciudad de México, cuando lo aconsejable era tratar el asunto oaxaqueño en exclusiva. Aún más, sólo era tratar los acontecimientos de Nochixtlán y en términos de búsqueda de transparentar los hechos para determinar responsabilidades.

Ya metidos en la aceptación del diálogo, puesto que era una demanda sentida de la CNTE, imponer una serie de requerimientos del gobierno para tener éxito en las negociaciones y salvar el espíritu de la Reforma Educativa, es decir, recuperar la rectoría de la educación pública a favor del Estado mexicano.

En primer lugar, exigir la apertura de los bloqueos de carreteras, caminos, la no afectación de las actividades comerciales, permitir el desempeño normal de los gobiernos locales, levantar plantones y en general, obligar a la CNTE volver a las aulas. El hecho de establecer el diálogo en condiciones desfavorables para el gobierno, es como obligar a una persona a negociar con una navaja en el cuello.

Esto implicaba poner sobre la mesa tocar todos los temas sobre la Reforma Educativa menos la Rectoría del Estado en la materia. De acuerdo a profesores consultados, no habría problema sobre este tema. Lo que habría que revisar es la manera en que se insertan a los maestros en la Reforma. Para los maestros no es muy satisfactorio pasar del control vertical y corrupto de una dirigencia sindical hacia el control autoritario, vertical e insensible de la burocracia gubernamental.

En sí misma, la educación no puede estar en manos de una organización sindical, puesto que esta es un organismo privado, tampoco puede estar en manos del gobierno, puesto que este surge de una lucha electoral, por lo tanto, representa sólo a una parte de la sociedad. La educación de un pueblo es un bien común que sólo puede estar en manos de la sociedad organizada políticamente, es decir, del Estado.

El maestro como servidor de la sociedad debe ser el ser más apreciado por la sociedad y por las comunidades, es un servidor del Estado Mexicano y no del gobierno federal, ni estatal, mucho menos municipal. El maestro está más allá de una dependencia hacia un organismo burocrático, es mucho más que un trabajador, por lo tanto, le debe ser extraño una organización sindical.

Dignificar el estatus de los maestros es un requerimiento mínimo del Estado. El maestro es un profesional, debe ser responsable de ello, por ende, tiene derecho a ser reconocido como tal y tratado de igual manera. Por eso las dependencias burocráticas deben de excluirse en la educación que imparta el Estado, tales como institutos y secretarías y estar a cargo por consejos de Estado integrados por las familias, maestros y autoridades gubernamentales de las diferentes instancias de gobierno, totalmente autónomos y libres de la influencia partidaria o de grupos de interés.

Por lo anterior, la mesa de negociación integrada por los miembros de la CNTE y de la secretaría de Gobernación, no saldrá un resultado de este tipo, pues cada quien defenderá sus intereses muy concretos en la materia, es esperable la concesión de partes del proceso organizativo y administrativo  de la educación a conveniencia de cada uno de los negociadores.

En segundo lugar, era conveniente determinar la representatividad de los negociadores, no mayor de 10 personas para hacerla operable. Negociar con la presencia de numerosas personas es no tener ganas de alcanzar acuerdos sólidos. Además de ello, en tercer lugar, determinar los alcances y la solidez de los acuerdos de la mesa de negociación y no permitir aquello de que “lo someteremos a los acuerdos de la asamblea”.

Otro error del gobierno de la República es haber ubicado la negociación en un área en donde el titular tiene intereses específicos: su afán de ser candidato a la presidencia de la República por el PRI. Una comisión gubernamental, integrada por ciudadanos de prestigio, especialistas y un responsable nombrado por el Senado era lo más conveniente.

La mala negociación puede originar procesos lamentables para el país, en especial para los oaxaqueños, los negociadores van y vienen, pero las consecuencias de sus torpezas dolerán durante mucho tiempo y permanecerán en la memoria del pueblo. Lo han dicho los teóricos y filósofos políticos: la negociación política y de Estado es un arte que no a todos se les da.

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