Como regalo del pueblo, como presente de las etnias, porque eso significa la Guelaguetza, un obsequio, está tan devaluada que año con año pierde un poco más de su esencia.
Reducidas a coreografías que tienen que ajustarse al tiempo y el espacio, las representaciones de las mayordomías, los bailes, las danzas y los sones, se van limitando a un espectáculo más que se vende en Ticket Master.
Ahora con un “puente chueco”, el auditorio Guelaguetza está listo para los demás espectáculos que vengan y aunque no se logró construir el Centro Cultural y de Convenciones en la zona, sólo falta que se construya un OXXO frente al estacionamiento.
Ya nada queda de lo que fue un espacio al aire libre donde la gente solía disfrutar del sol y de las danzas y sones de los pueblos de Oaxaca.
Por si fuera poco, en los últimos años la amenaza de boicot a la Guelaguetza sigue siendo una constante.
El primer Lunes del Cerro tuvo la amenaza y se repite en la Octava. Se realice o no la máxima fiesta de las comunidades, de nueva cuenta tendrá la misma mancha.
Por supuesto, quienes se inconforman con la Guelaguetza Oficial también vienen de las regiones y están representados en sus delegaciones.
Los que más sufren las circunstancias son los prestadores de servicios turísticos, aunque también pagan las consecuencias los trabajadores y la ciudadanía en general.
En alguien debería haber cordura, un poco de sentido común, pues es inconcebible que año con año se repita la misma película, con diferentes actores, pero siempre en contra de una fiesta que a muchos ya les empezó a generar sentimientos encontrados, pues la Guelaguetza está reducida a un negocio que se vende y se compra cada año, sin que nadie se preocupe por su originalidad.