Misael Sánchez
El sol oaxaqueño despierta con el anuncio vibrante de una tradición arraigada, una fiesta sin parangón que aviva la esencia de esta tierra.
Un llamado resuena desde las profundidades de Unión Zapata, San Pablo Villa de Mitla: la Feria Estatal de la Agrobiodiversidad, un tributo a la riqueza genética, un pacto entre pasado y futuro que invita a sembrar la consciencia de conservación.
Entre los surcos de este encuentro, la diversidad se manifiesta como un santuario de la agricultura ancestral.
La convocatoria no es solo para los sentidos, sino para el alma misma de una región que respira vida en cada semilla, en cada fruto. Es un compromiso con el legado de los antepasados y un horizonte de promesas para las generaciones venideras.
¿Qué nos revela este crisol de culturas y sabores? ¿Cómo preservar lo auténtico en un mundo marcado por la uniformidad?
La respuesta se teje en la esencia de esta feria.
Más allá de ser un simple evento, es un lienzo donde convergen experiencias ancestrales y tecnologías contemporáneas en un abrazo que nutre el presente y proyecta el futuro.
Es una sinfonía de talleres, exposiciones y diálogos entre manos sabias y mentes inquietas, un intercambio donde la tierra susurra sus secretos a aquellos dispuestos a escuchar.
La diversidad que se congrega en este epicentro no es solo la de semillas y frutos, sino la de miradas, historias y anhelos.
Es un crisol donde convergen las voces de 16 grupos étnicos, cada uno un capítulo en la enciclopedia viva de la humanidad.
¿Cómo medir la riqueza de una tierra? ¿Se puede contabilizar la esencia de una cultura en números?
Oaxaca, cuna de la biodiversidad, atesora en sus entrañas la esencia misma de la vida. Sus raíces se entrelazan con las semillas de calabaza, chile, frijol y maíz, guardianes de una herencia invaluable que despliega 35 de las 64 razas existentes en este vasto país. Cada variedad es un eco de historias, un manantial de saberes que resisten el embate del tiempo.
La Feria Estatal de la Agrobiodiversidad no es solo un escaparate, es un altar donde se rinde tributo a la multiplicidad.
Es la sinfonía de las voces de quienes han custodiado celosamente las semillas y la tierra, un recordatorio de que la esencia de un pueblo reside en sus raíces.
¿Cómo se sostiene el tejido de la memoria colectiva? ¿Qué valor tiene la diversidad en un mundo globalizado?
En la alquimia de este encuentro, se entrelazan el ayer y el mañana.
La mirada está puesta en preservar no solo semillas, sino identidades, tradiciones, historias que se deslizan como hilos de una urdimbre ancestral.
Es un espacio donde la conservación no es solo un anhelo, es un compromiso, una misión que trasciende el ahora para engalanar el porvenir.
A lo largo de una década, esta celebración ha congregado a más de diez mil almas curiosas, cuatro mil custodios de la tierra, cuatro mil hacedores de sueños.
En este crisol, la esencia oaxaqueña se destila y se comparte, un legado que fluye en cada intercambio, en cada sonrisa, en cada semilla que germina un futuro más diverso y próspero.
¿Cómo se siembra un futuro diverso en un presente desafiante? ¿Qué legado queremos dejar a las generaciones venideras?
La Feria Estatal de la Agrobiodiversidad es más que un evento, es un manifiesto enraizado en la tierra y en el alma.
Es un canto a la diversidad, un recordatorio de que en la multiplicidad reside la fuerza y la autenticidad de un pueblo.
En esta danza de semillas y saberes, encontramos el hilo conductor que nos une al pasado, nos ancla al presente y nos proyecta hacia un horizonte de esperanza y respeto por la diversidad que nos define como seres humanos.
Es una invitación a celebrar, a aprender, a preservar. Es el legado de Oaxaca para el mundo.
El Gobierno de Oaxaca invita a la Feria Estatal de la Agrobiodiversidad
• La décimo primera edición se realizará el 2 de diciembre en la localidad de Unión Zapata, San Pablo Villa de Mitla, a partir de las 09:00 horas.