Sandra Roldán
Desde las montañas de la Mixteca alta, en Santa María Peñoles, emerge la voz de Elodia Ramírez Pérez, una mujer cuya vida ha sido un testimonio de resistencia lingüística y cultural.
En su discurso, la palabra se convierte en un lazo indisoluble entre la comunidad, la identidad y el universo.
Y es que, para Ramírez Pérez, la lengua mixteca no es solo un medio de comunicación; es una forma de habitar el mundo.
Desde la cuna hasta la tumba, las palabras tejen la memoria colectiva de su pueblo. «Nana nana», que en su lengua significa «mujer de lluvia», es una expresión que encapsula la conexión entre la mujer, la madre tierra y el maíz, ejes fundamentales de la cosmovisión mixteca.
A través de su labor como madre y educadora, enfatiza que las mujeres son las guardianas del conocimiento, aquellas que transmiten no solo el idioma, sino también los principios comunitarios y el respeto por la naturaleza.
El nacimiento de un niño en la comunidad es un acto sagrado que va más allá del simple alumbramiento.
En la tradición mixteca, los recién nacidos son llevados al campo, al río y al monte para que los elementos naturales los reconozcan y los integren a la armonía del cosmos.
Esta práctica subraya la importancia del entorno en la formación de la identidad.
Desde los primeros días de vida, el niño es envuelto en palabras y cantos, forjando un vínculo indeleble con su lengua materna.
«Duerme, mi nene, duerme porque irás por la leña al campo», susurran las abuelas al arrullar a sus nietos, transmitiendo así un conocimiento ancestral que pervive en la oralidad.
Elodia Ramírez Pérez no solo estudia su lengua, sino que también se ha convertido en una de sus más fervientes defensoras.
A través de la creación de materiales didácticos y pedagógicos, busca garantizar que el mixteco no se pierda en las nuevas generaciones.
Su trabajo es un faro de resistencia ante el avance del olvido y la homogeneización cultural.
«Oaxaca es el corazón de un país pluricultural», afirma, enfatizando la necesidad de preservar y valorar las lenguas originarias como parte esencial del patrimonio nacional.
El reconocimiento a la labor de Ramírez Pérez ha encontrado eco en las políticas públicas del estado.
Durante la conferencia matutina del gobernador Salomón Jara Cruz, se anunció la creación de la sección «Voces que no mueren», un espacio dedicado a visibilizar el trabajo del Instituto de Lenguas Originarias de Oaxaca (ILEO) y de las comunidades que luchan por el rescate de sus lenguas.
En este marco, el titular del ILEO, Víctor Cata, destacó que la Primavera Oaxaqueña busca colocar en el centro lo que históricamente ha sido marginado. Reconociendo la labor de lingüistas y hablantes comprometidos, reiteró que la revitalización lingüística es una prioridad estatal.
«Lo que siempre ha estado, ahora debe ocupar el lugar que merece», señaló.
Elodia Ramírez Pérez es el reflejo de una lucha que trasciende generaciones.
Su voz, arraigada en la memoria de su pueblo, es un testimonio de amor y resistencia.
En cada palabra, en cada canto, se perpetúa la esencia de la Ñuu Savi, recordándonos que las lenguas originarias no solo viven en los libros, sino en el eco de la historia y en el latido de quienes las hablan.
Elodia, Maestra en Lingüística Indoamericana por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), es la primera mujer Ñuu Savi que ha estudiado con rigor científico su lengua materna.