Misael Sánchez
Atrás del mosaico cultural e histórico que hace vibrar a Oaxaca en el mundo, hay otro Oaxaca de pobreza y marginación, donde la migración de hombres, mujeres y niños se agudiza, como un fenómeno cultural, pero también como alternativa de supervivencia.
Desde las zonas rurales y urbanas, cada semana parten miles de hombres y mujeres atraídos por la esperanza de una vida mejor en la vecina Unión Americana.
La mayoría inicia la travesía sobre la rueda del zapato sabiendo que el camino no es de esperanza, sino de incertidumbre, ante el riesgo de la repatriación y el persistente sufrimiento.
Es la desgarradora realidad de las «devoluciones en caliente» de Estados Unidos y que también tiene su impacto en los niños y niñas migrantes de Oaxaca.
El año 2023 ha presenciado, a estas alturas, la repatriación de 9,806 migrantes oaxaqueños desde Estados Unidos, según las cifras disponibles hasta el primer semestre.
Los «eventos de devolución», como ahora se etiquetan eufemísticamente, han resultado en el retorno de 7,408 hombres y 2,398 mujeres entre enero y junio.
Estas cifras, aunque alarmantes, son solo unos granos de arena en el desierto.
El año anterior, en 2022, las autoridades mexicanas informaron un devastador total de 22,929 eventos de devolución desde Estados Unidos, afectando a oaxaqueños de todas las edades. Entre ellos, 5,637 mujeres y un número preocupante de hombres.
Sin embargo, lo que genera especial preocupación es el destino de los más vulnerables: los niños y niñas migrantes.
En el 2022, más de dos mil niños y niñas, 111 de ellos menores de 11 años y 1,913 con edades entre 12 y 17 años, experimentaron el dolor de ser repatriados.
Estas cifras revelan la crudeza de una realidad que trasciende fronteras, exponiendo a los jóvenes a una serie de traumas y desafíos que pueden afectar profundamente su desarrollo físico y emocional.
De hecho, un inquietante 8.83 por ciento de los migrantes devueltos fueron expulsados de Estados Unidos, enfrentando no solo la pérdida de un sueño, sino también el regreso a un ambiente que puede ser hostil y desafiante.
La historia de los oaxaqueños y otros migrantes mexicanos es distinta a la de aquellos que vienen de otros países y atraviesan el territorio hacia el norte con la esperanza de una bienvenida cálida en Estados Unidos.
Los oaxaqueños y mexicanos, sin embargo, son confrontados con la desolación de ser repelidos por la Patrulla Fronteriza y las fuerzas policiales de los condados fronterizos.
Esta situación dibuja un panorama desolador, donde los sueños se convierten en pesadillas y la búsqueda de un futuro mejor se transforma en un ciclo interminable de retorno forzado.
A medida que el 2023 avanza, las cifras de repatriación continúan creciendo, con más de 1,600 oaxaqueños, entre hombres, mujeres y niños, experimentando la cruel realidad de ser devueltos de su anhelado destino.
Es imperativo que esta situación sea abordada desde una perspectiva humanitaria y que se promuevan soluciones más allá de la simple expulsión.
Las autoridades gubernamentales y las instituciones internacionales deben trabajar juntos para abordar las causas subyacentes del éxodo, creando oportunidades y condiciones que permitan a los migrantes buscar una vida digna sin caer en las garras de la desesperación.
En conclusión, el fenómeno migratorio de Oaxaca hacia Estados Unidos no puede ser ignorado.
Las «devoluciones en caliente» representan una realidad cruda y dolorosa que afecta a hombres, mujeres y, lo que es más preocupante, a niños y niñas que enfrentan desafíos emocionales y físicos.
Es fundamental que se aborden las causas profundas de esta migración y se establezcan medidas que permitan un trato humano y compasivo a aquellos que buscan un mejor futuro.
La humanidad de una sociedad se refleja en cómo trata a sus miembros más vulnerables; es hora de garantizar que estos migrantes, independientemente de su origen, sean tratados con dignidad y respeto en todas las etapas de su trayecto.