Misael Sánchez
Cuando las primeras luces del alba acariciaron las cúpulas de cantera verde, la chirimía irrumpió el silencio con su llamado ancestral.
Eran las 6:45 de la mañana y Oaxaca de Juárez despertaba entre notas de flauta y tambor, como desde hace siglos, para conmemorar el aniversario 493 de su elevación a rango de ciudad.
En la Alameda de León, al pie de la catedral metropolitana, un poco más tarde, los sonidos de campanas al vuelo —repicando desde las torres de los templos— marcaron el inicio de un día sagrado para la identidad oaxaqueña.
A esa misma hora, las chinas oaxaqueñas, con sus canastas floridas y su cadencia festiva, tomaban posición para anunciar que esta ciudad, antes villa de Antequera, estaba de fiesta.
La mañana avanzaba y a las 7:07, el Coro de la Ciudad y el tenor Rodrigo Petate entonaron las “Mañanitas Oaxaqueñas”, acompañados por la Banda de Música del Estado.
El repertorio incluyó valses, sones y canciones emblemáticas como Dios Nunca Muere y Querencia Sureña, envueltas en arreglos emotivos dirigidos por los maestros Israel Rivera Cañas y Julio Alejandro Guantes.
A las 7:45, el presidente municipal Raymundo Chagoya Villanueva tomó el micrófono. Con voz firme y emocionada, frente a cientos de vecinos y visitantes, expresó:
“Celebramos a nuestra gloriosa Oaxaca de Juárez no solo con alegría, sino con respeto, gratitud y esperanza… Porque una ciudad no se construye desde las oficinas: se construye en las calles, en los mercados, en los hogares, en las plazas públicas, con la voz y el esfuerzo de todas y todos ustedes”.
El edil agradeció a las autoridades presentes, como el secretario de las Culturas y Artes, Flavio Sosa Villavicencio —en representación del gobernador Salomón Jara Cruz—, y a las diputadas Gaby Pérez y Antonia Natividad Díaz. Además, destacó el esfuerzo comunitario y artístico que nutrió el Festival de Primavera Rodolfo Morales, celebrado a lo largo de la semana.
Minutos después del mensaje, a las 7:50, el cielo se tiñó de estelas blancas.
Aviones de la Fuerza Aérea Mexicana surcaron el firmamento, dejando tras de sí la estampa de un pueblo orgulloso.
Los aplausos se confundieron con las notas de la banda estatal, que seguía regalando piezas entrañables del cancionero oaxaqueño como Villa Oaxaca y Cuando bajas a la fuente.
Y entonces llegó el momento más esperado por el paladar: a las 8:20 comenzó la tamaliza colectiva.
A orillas de la Alameda, largas filas se formaron con orden y entusiasmo.
Hombres, mujeres, niñas y niños recibieron generosas porciones de tamales de mole, de amarillo, de frijol, de dulce, servidos con atole espeso y humeante.
Un desayuno que también es tradición, cultura y costumbre, en el aniversario de la ciudad capital.
El día apenas comenzaba. A las 10:00 de la mañana, la celebración continuaría en el Teatro Macedonio Alcalá con la Sesión Solemne de Cabildo, donde se leería la Cédula Real de 1532 y se entregarían reconocimientos a ciudadanas y ciudadanos distinguidos.
Por la noche, el cierre espectacular, con un concierto masivo, encabezado por Los Ángeles Azules.
Desde lo alto, las campanas volvieron a sonar. En el corazón de Oaxaca, resonaron como el eco de los siglos, entretejido en los cantos, los sabores, las danzas, las luchas, la esperanza.
¡Que viva Oaxaca de Juárez!
¡Feliz Aniversario, Verde Antequera!