LA DESTRUCCIÓN PREMEDITADA E IRRESPONSABLE DE LOS CENTROS HISTÓRICOS CONSTITUYE UNA FORMA DE SUICIDIO CULTURAL
A raíz de los trabajos realizados en el cerro del Fortín y de ver como se presentan ante nuestros ojos la destrucción premeditada de la zona de Amortiguamiento del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca y de seguir solapando visiones unilaterales tanto técnicamente como políticamente, expongo lo siguiente:
Existe la necesidad de preservar a la par de la “funcionalidad” los valores simbólicos, físicos e históricos de los Centros Históricos. Es necesario conservar la herencia cultural que forma parte de nuestra identidad y que día a día se destruye.
Las razones esenciales para preservar los Centros Históricos son de índole, natural y cultural, aunque pueden agruparse motivos sociales y económicos. Sabemos que una ciudad testimonia la evolución de la comunidad.
Muchas facetas de las formas pasadas de la vida social y transformaciones técnicas, pueden leerse privilegiadamente en las construcciones y en la trama urbana, cuya permanencia atraviesa largos periodos
El valor de las obras arquitectónicas y urbanísticas puede dar una historia de la cultura o una historia social.
Las razones anteriores, nos indican que el habitad del hombre debe conservar su historicidad, evitando la unicidad temporal que implica un empobrecimiento de la vida social y una anulación de la identidad de grupo.
El monumento arquitectónico y el conjunto urbanístico son una síntesis de acciones acumulativas de los hombres y por eso es la prueba física de su expresión cultural. Ello implica la identidad del hombre con su ciudad y el sentimiento de permanencia
La identificación está dada por el conjunto de valores simbólicos-culturales que constituyen nuestra memoria y que inevitablemente se vinculan con testimonios tangibles[2], con sentido de permanencia, incluyendo las capacidades tecnológicas que relaciona al hombre con su paisaje urbano.
La preservación de los centros históricos constituye a la autoconciencia cultural que forma parte de la identidad de la comunidad local y nacional.
La preservación urbana, tratará de mantener la significación de los sitios ya sea que se exija o no la supervivencia de todos los elementos significantes. Estas acciones se pueden orientar hacia el pasado o hacia el futuro dentro de un contexto meramente socio-histórico.
En la actualidad nos enfrentamos a centros históricos con enormes carencias sociales en materia de: vivienda, equipamiento e infraestructura, en un rápido proceso de concentración y renovación edilicia sin una adecuada consolidación. En circunstancia opuesta a las características europeas en el tema de la población y demanda de vivienda satisfecha.
En este sentido, la preservación urbana de los Centros Históricos debe partir de una óptica cultural que no puede desprenderse de un desafío social. La preservación del patrimonio histórico-cultural debe ser ahora por la recuperación de la dignidad del hombre que asume una plenitud cultural.
No sirven recetas de lugares opulentos, sin angustias sociales y de organizaciones adecuadamente estructuradas. Debemos dar respuestas desde nuestra idiosincrasia, desintegración social y economías informales a problemas de dramática urgencia.
La preservación urbana implica conocimiento de despojos espaciales dados por las fuerzas del mercado y cuestiones políticas. La primera sustituye al habitante por el comerciante lo que implica no solo la alteración física del centro y su entorno, sino que destruye la estructura social y económica que le da la vida.
La segunda fuerza (la política), es aquella que apropiándose de los espacios públicos, transforma su sentido, ya que comúnmente la preservación urbana parece tener como condicionantes la ausencia del término habitante.
Por otra parte, cuando hablamos de conservar monumentos aislados, las tareas parecen claras, difíciles pero claras. En cuanto nos referimos al Centro Histórico, nos enfrentamos a una problemática diferente y compleja que no solo tiene un cambio e escala, además parecen nuevos elementos, tales como: la traza urbana, la edilicia menor, las actividades sociales y económicas, etc., cuando de lo que se trata es de la necesidad incuestionable de salvaguardar nuestro patrimonio histórico, como parte de un proyecto en la búsqueda de la identidad
Esta búsqueda de identidad, recuperación de los niveles de vida, pertenencia de la población a su habitad y las manifestaciones de una escala comunitaria de vida, son valores que obtenemos con el rescate y la conservación de nuestros Centros Históricos. No separemos la participación social de la población como la palanca decisiva de la preservación urbana de los mismos
En lo que respecta a la defensa del patrimonio, muchas de las veces se sede ante los incentivos económicos. De esta manera la preservación como meta puede tener un carácter meramente declarativo, aceptándose mientras no afecte intereses personales concretos. En el caso contrario se defiende el esquema de salvar “monumentos” u obras aisladas y se justifica la perdida del tejido urbano en aras de un pretendido “progreso”.
La falta de convicción para aplicar una política eficaz no meramente pasiva en diversas ciudades, las dificultades en la ejecución de los planes y ordenanzas proteccionistas, marcan una de las realidades operativas más difíciles, en estos casos.
Un aspecto importante a señalar en la preservación urbana y conservación de los Centros Históricos es el rescate de las diferentes reflexiones que sobre estos se han adquirido en los diversos foros nacionales e internacionales, considerados para comprender mejor e intervenir en un Centro Histórico.
Durante mucho tiempo, se ha tratado de hacer conciencia sobre la importancia de conocer lo relevante de conservar nuestros Centros Históricos, y se ha caído en repeticiones y a veces en situaciones inherentes al caso estudiado.
Como una aproximación al entendimiento de los Centros Históricos, para su posible intervención se mencionan a continuación algunos principios básicos par optar e intervenir en un Centro Histórico.
– Es necesario identificar las características particulares que otorgan a los sitios urbanos históricos su importancia y asegurar que constituyan la base para elaborar los medios necesarios destinados a su protección y mejoramiento.
– Es indispensable utilizar un procedimiento sistemático de inventario para investigación y evaluación, a fin de asegurar que los sitios urbanos individuales sean evaluados de acuerdo a criterios comunes.
– Es fundamental utilizar los resultados de la evaluación de los sitios en el marco de un “plan de conservación” que identifique el grado de protección acordado a ciertos sitios.
– Es conveniente integrar los objetivos del patrimonio a otros objetivos socioeconómicos legítimos en la planificación de la conservación.
– Se buscará mecanismos apropiados para lograr la participación de la colectividad desde el comienzo del proceso de conservación, haciendo énfasis en los programas de la educación y de formación para todos los sectores de la población.
– Es necesario asegurar que la evaluación financiera en las propuestas de soluciones alternativas que afecten a los conjuntos históricos, tengan en cuenta el valor social y patrimonial acordes a los valores comerciales tradicionales.
– Es básico, estimular a los gobiernos nacionales y regionales a utilizar los medios legales y financieros de que disponen para crear un clima favorable para la conservación a nivel local.
– Por último, la necesidad de reconocer que cada problema de conservación es único y exige medidas adaptadas a los valores espaciales y circunstancias de cada lugar.
– Una vez que los “profesionales” de la ciudad o región conozcan bien los principios expuestos, pueden constituirse normas apropiadas para la formulación y aplicación de planes de acción.
Aunado a este planteamiento es necesario brindar las siguientes reflexiones a manera de ser consideradas por aquellos que se involucren en la intervención de los Centros Históricos, esto es:
a) El Centro Histórico es la memoria de un pueblo. La destrucción física de algún sito del área central, sería como la enfermedad o mutilación del cuerpo humano. En la medida que el individuo goce plena salud podrá cumplir mejor sus funciones, de igual manera un Centro Histórico.
b) El Centro Histórico, debe verse como un monumento único y no por los monumentos aislados que contiene. Este monumento total está indisolublemente, unido al valor social de la población que los habita.
c) Los Centros Históricos son a la vez un residuo del pasado y un anticipo del futuro, deben preservarse como acto de respeto hacia los antecesores del actual desarrollo y como un acto de fe en un desarrollo alternativo aún inexistente, pero que es culturalmente necesario y técnicamente posible, a pesar del sistema de interés vigente.
d) Los Centros Históricos no pueden ser analizados per.-ce, es necesario considerar su entorno geoeconómico a nivel de estado, región y de la ciudad misma. Se enmarca como una hipótesis que al conocer las principales características físico-sociales y económico-demográficas del territorio, permitirá entender los rasgos estructurales y funcionales del área central, así como comprender las presiones exógenos que soporta y de la cual ha sido producto a lo largo de su historia.
e) Los centros históricos deben de conservarse bajo la óptica de ser un recurso no renovable. El daño causado es irreversible e irremediable, de ahí radica la sutileza en la forma de decisiones que sobre ellos se aplique.
f) Los Centros Históricos deben ser poli funcionales, lugares vivos de día y de noche, deben brindar armónicamente e higiénicamente los servicios a usuarios y habitantes conservando sus rasgos típicos heredados de la historia. Un Centro Histórico para nosotros (dice Francisco Maza) “ya no se trata de salvar nuestro arte prehispánico, colonial o moderno para atracción turística, sino además, para nuestro decoro, para salvarnos ante la historia y el futuro.
g) Por último, reflexionar sobre el modelo ideal de un Centro Histórico. ¿ y que tipo de Centro Histórico queremos?. La respuesta hay que buscarla con los propios habitantes, en su participación y en el compromiso contraído por las autoridades responsables.
¿Existe un modelo ideal?, éste lo será en la medida que sea funcional y ofrezca mejores niveles de bienestar.
Todo lo anterior se puede resumir en cinco variantes a considerar; voluntad política, viabilidad financiera, viabilidad financiera, viabilidad técnica, organización operacional y gestión por parte de la comunidad.
La madurez de un pueblo radica en su memoria histórica.
Julio/ 2015