NACIONALISTAS Y ERRANTES. A lo largo de la historia de la humanidad, he pensado que hay colores negros y blancos en la geopolítica mundial e imagino siempre que se mueven de acuerdo a intereses económicos y oligárquicos.
Pienso siempre en una corriente sedentaria y otra nómada, una nacionalista y otra errante, pero nunca había visto que se mezclara una escala de grises en las que los de izquierda se benefician de las políticas de derecha y los de derecha son aplaudidos por los que se dijeron perseguidos.
Tal vez como miles de hombres y mujeres del mundo, creo que debemos apostarle al libre mercado, al capitalismo salvaje, pero cuando vemos políticas proteccionistas, como las que busca imponer Donald Trump desde los Estados Unidos, sin conocimiento pleno de la política internacional, siento que los mexicanos terminan por confundirse.
Recuerdo que a propósito de la reforma petrolera que impulsó el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, surgió una corriente proteccionista y hasta comunista a favor del petróleo, como un producto nacional que no debe ponerse en manos de inversionistas extranjeros.
En ese momento se envió un mensaje claro, sobre todo desde las izquierdas, en el sentido de que aún no estamos preparados para el libre mercado.
Cuando Donald Trump advierte que pondrá barreras arancelarias a las importaciones y exportaciones nos asustamos.
Por una parte queremos seguir comprando productos estadounidenses sin tantos aranceles, como ocurre con los autos norteamericanos.
Ya no nos se acuerdan del liberalismo social, aquella política de pragmatismo abierto que les enseñó Carlos Salinas de Gortari, cuando para firmar el Tratado de Libre Comercio se jugó al libre mercado.
A veces somos demasiado incongruentes porque hasta queremos que los productos locales se vendan a precios justos, en un comercio en el que nos asesoran alemanes o extranjeros que siempre traen atrás un discurso que tiene como trasfondo los intereses de grupos de corte contrario a quienes están a favor del liberalismo y los nacionalismos.
Creo que es necesario que regresemos a las facultades de Leyes a repasar aquellas clases de Derecho Internacional que nunca comprendimos o que no quisimos entender.
Hay que aclararle al pueblo de México que antes del TLC, está la Organización Mundial de Comercio y el GATT que surgió en 1947, después de la Segunda Guerra Mundial para terminar con las políticas proteccionistas de países que abusan de su poderío.
Pocos o nadie ha dicho que cualquier estrategia que implemente el presidente Donald Trump no tendrá vigencia este año y que no será de la noche a la mañana.
En primer lugar, en el Congreso de los Estados Unidos existen legisladores Republicanos y Demócratas que van a oponerse, en su mayoría, a cualquier acuerdo que anule un TLC que beneficia a varios Senadores de ambos partidos por estar vinculados a la industria automotriz.
Creo que ya olvidamos que este sector es uno de los más beneficiados del Tratado de Libre Comercio, pues ambas partes acordaron tirar las barreras arancelarias para la importación y exportación de autos nuevos fabricados en México o en Estados Unidos y por ello, aquí tenemos armadoras norteamericanas y viceversa.
Suponiendo, sin conceder, que el Congreso estadounidense echa abajo el TLC, aún le queda a México, a través de su cancillería, la opción de la impugnación ante la Organización Mundial de Comercio e incluso en caso de perder, los aranceles que pretende Donald Trump se vienen abajo, pues no quedarían ni a un 20 por ciento de lo que propone, ya que por cada 100 dólares de impuestos que él pretende para México, la OMC los ubica en 20 dólares.
Para llegar a este extremo tendrían que pasar más de 12 meses. No sería de la noche a la mañana.
Lo que sí hay que analizar a la brevedad, antes de que se convierta en un problema para México, es la migración de ciudadanos del Centro y Sur de América, pues por cada mexicano que emigra a los Estados Unidos, por territorio nacional pasan 8 hermanos latinoamericanos y cuando menos 5 lo hacen por Oaxaca y de ellos un gran número se quedan en el Istmo de Tehuantepec.