Misael Sánchez
Las fuerzas de la naturaleza han vuelto a poner a prueba la resiliencia de Oaxaca.
En la conferencia matutina del gobernador Salomón Jara, Manuel Maza Sánchez, titular de la Coordinación de Protección Civil de Oaxaca, trazó un panorama que evidencia la vulnerabilidad de las ocho regiones del estado ante las intensas lluvias. Los deslaves, cierres de carreteras y afectaciones en puentes son solo el inicio de lo que parece ser una temporada de tormentas más severa de lo habitual. Con un pronóstico que advierte precipitaciones de hasta 150 milímetros, Oaxaca y otros seis estados del país se preparan para afrontar un periodo de lluvias que podría tener consecuencias catastróficas.
La naturaleza implacable no espera, y las autoridades de Protección Civil no solo actúan en consecuencia, sino que hacen un llamado a la responsabilidad compartida. Maza Sánchez, en su recuento de daños y advertencias, subrayó la importancia de que los municipios mantengan activados sus planes de contingencia, estén atentos a los boletines meteorológicos y preparen sus albergues. El pronóstico es claro: la lluvia no cesará pronto, y las zonas más vulnerables, como el Istmo de Tehuantepec, la Mixteca y la costa, ya están bajo la amenaza directa de inundaciones y desbordamientos de ríos. Los efectos, sin embargo, no se limitan al agua que cae; son las vidas y los bienes de las comunidades los que están en juego.
Este escenario no es nuevo para Oaxaca. Septiembre y octubre, los meses más activos en la temporada de lluvias y huracanes, siempre representan un reto para la infraestructura y la población. La diferencia este año, según se vislumbra, radica en la intensidad de las tormentas y la necesidad urgente de que todos los niveles de gobierno trabajen de manera coordinada. Maza Sánchez fue enfático al señalar que muchos de los daños ya están siendo atendidos o gestionados, pero el panorama sigue siendo preocupante. El agua acumulada en cantidades tan elevadas no solo afecta las carreteras o los puentes, sino que amenaza con modificar el curso de los ríos y generar peligros adicionales como los deslaves.
Sin embargo, la atención no está centrada únicamente en las lluvias. El estado también se prepara para otro tipo de fenómeno natural que no da tregua: los sismos. Con la llegada del 19 de septiembre, fecha simbólica por los sismos históricos que han marcado al país, Oaxaca participará en un simulacro nacional de evacuación, un ejercicio clave para medir la capacidad de reacción ante un evento sísmico. Más de 135 mil personas y cerca de 700 edificios ya están registrados para participar, lo que subraya la importancia de estar preparados no solo para actuar, sino para actuar con rapidez y eficiencia.
El enfoque de este simulacro es claro: cómo evacuar edificios de manera segura y organizada. Las brigadas internas de cada inmueble deberán demostrar que están listas para enfrentar una emergencia, midiendo tiempos y evaluando la coordinación. No se trata solo de una actividad protocolaria; es una acción concreta destinada a salvar vidas. La protección civil en Oaxaca se plantea como un esfuerzo integral, donde la prevención es tan crucial como la reacción.
En el cruce de ambos fenómenos—las lluvias torrenciales y los sismos—se encuentra una lección clara: la prevención y la preparación no son opcionales. Las autoridades pueden emitir boletines, establecer albergues y coordinar simulacros, pero la verdadera respuesta radica en la acción colectiva. Desde los municipios hasta las comunidades, el mensaje es uno solo: estar alertas, organizarse y actuar con responsabilidad ante los fenómenos naturales que no se pueden detener, pero sí mitigar.
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