Misael Sánchez
En la presentación del tercer número de la Gaceta La Telaraña, en el Taller La Huella Gráfica del artista Lucio Santiago, la narradora y poetisa Araceli Mancilla Zayas habló con la cadencia de las olas del pasado y las mareas del presente.
«Es inevitable que en Oaxaca no estemos relacionados con los artistas», dijo con su voz firme y reflexiva, evocando la rica tradición cultural de la entidad.
Destacó que el arte en Oaxaca, especialmente las artes gráficas, ha sido un espejo que refleja la tumultuosa historia de la entidad.
«La historia del arte y la historia de la destrucción están siempre presentes», comentó a propósito de la presentación de la obra de Demián Flores, quien ilustra el tercer número de la gaceta cultural La Telaraña, refiriéndose a cómo el arte en Oaxaca ha capturado tanto la belleza como la tragedia de su pasado.
Mencionó el movimiento social de 2006 en Oaxaca como un punto de inflexión, “una eclosión”, dijo, que llevó el arte a las calles y dejó una marca indeleble en la comunidad artística.
Mancilla subrayó la importancia de las mujeres en el panorama artístico de Oaxaca.
«Un grupo de mujeres artistas se creó para empujar por la inclusión en un campo dominado por hombres», señaló.
Y es que, este grupo, compuesto por tanto oaxaqueñas como extranjeras, ha trabajado incansablemente para asegurar que las voces femeninas sean escuchadas y valoradas en la comunidad artística.
Subrayó la obra de Soledad Velasco, asistente a la presentación, cuya exploración de la violencia y el aislamiento resuena profundamente en el contexto contemporáneo.
«La historia no se queda en un momento», reflexionó Mancilla.
A través de su análisis de la obra de artistas como Demián Flores y Velasco, indicó cómo los ciclos de violencia y redención se repiten, cada vez con nuevas capas de significado.
«Seguimos viendo que algunos elementos son recurrentes, los volvemos a vivir cíclicamente», dijo, aludiendo a la persistencia de ciertos temas en el arte a lo largo del tiempo.
Este reconocimiento de la continuidad histórica es fundamental para comprender la evolución del arte en Oaxaca.
Para Mancilla, el acto de leer y el acto de crear arte están intrínsecamente ligados.
«Los verdaderos lectores son unos ociosos que encuentran las conexiones», afirmó, sugiriendo que la interpretación del arte y la literatura requiere una actitud contemplativa y abierta.
En su opinión sobre la obra de Demián Flores, Mancilla exploró cómo la violencia y el aislamiento en el mundo contemporáneo encuentran eco en el arte, estableciendo conexiones profundas y a menudo inesperadas entre diferentes obras y periodos.
La Gaceta La Telaraña, editada por Guillermo Santos y dirigida por Lucio Santiago López, con diseño de Axel Alarzón e ilustraciones de Demián Flores, se presenta como un espacio para la reflexión y el diálogo.
«Es importante que nos podamos hacer preguntas, que revisitemos la historia», concluyó Mancilla, resaltando la misión de la gaceta de fomentar una comprensión más profunda y crítica del arte y la cultura.
En la Colonia Alemán, lejos del bullicio del centro de Oaxaca, La Telaraña teje un tapiz de historias y voces que invitan a la contemplación y al debate.
Con cada número, la gaceta se convierte en un puente entre el pasado y el presente, entre el arte y el espectador, desafiando a sus lectores a encontrar las conexiones y a participar activamente en la conversación cultural.
«Estamos conectados con nuestra historia y nuestro arte», afirmó Mancilla, encapsulando el espíritu de La Telaraña y su compromiso con la comunidad oaxaqueña.